“L’après M”: Autogestión contra McDonald’s

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“Nosotros no teorizamos sobre el mundo futuro, nosotros simplemente lo creamos”

Fruto de cinco años de lucha sin cuartel, el McDonald’s del barrio marsellés Saint-Barthélemy, uno de los más pobres y deprimidos de Francia, se transforma, tras su cierre, en un símbolo de resistencia contra la miseria y la exclusión. Tras años de resistencia sindical por mejoras laborales en su centro de trabajo, un grupo de empleados deciden ocupar las instalaciones del restaurante para albergar en su interior una cooperativa solidaria y autogestionada. No deja de resultar paradójico cómo este restaurante de comida rápida, símbolo internacional del imperialismo capitalista, sucumbe ante la determinación y el espíritu de lucha de un grupo de personas sin nada que perder.

Hace tan solo cinco años, el McDonald’s de Saint-Barthélemy, en los barrios del norte de Marsella, se encontraba en pleno auge. Situado en un área ampliamente desabastecida y con poca presencia de comercios locales o de restaurantes tradicionales, su ubicación convirtió al único al único restaurante de comida rápida, en una máquina de hacer dinero para la franquicia.

Sin embargo, lo que en principio pudo ser una ventaja – el monopolio de la comida rápida en los barrios del norte de Marsella-, se convertirá en su principal debilidad; pues su emplazamiento lo convirtió, primero, en un lugar de encuentro popular en un territorio -Saint-Barthélemy- donde no hay espacios verdes, ni áreas de juego para los niños ni un centro urbano bien equipado. Es en el McDonald’s donde llevan a sus hijos a hacer los deberes mientras los más pequeños juegan en los columpios. Es aquí donde un lugar de encuentro donde se queda y se charla por el precio de una botella de agua.

Sin embargo no todo es color de rosa para los accionistas de la franquicia, que deben hacer frente a la constante resistencia del equipo gerente del centro de trabajo. Ampliamente sindicados, los empleados del McDonald’s siempre han luchado con uñas y dientes por sus condiciones de trabajo desde hace diez años. La directiva, a la que no le ha sido fácil bajar la guardia, ha tenido que enfrentarse a un equipo siempre en pie de guerra.

Kamel Guémari, delegado sindical emblemático de esta lucha y portavoz de “L’après M” consiguió arrancarle a los accionistas una prima anual, hecho excepcional en Francia, la revalorización de la hora de trabajo nocturna y mejores condiciones para los estudiantes.

Pero la codicia capitalista no conoce límites y los accionistas de la franquicia suben el tono y busca de mayores beneficios: la lucha de libra incasablemente desde 2018 por preservar los empleos ante el cierre inminente previsto por la franquicvia. Cuando la crisis sanitaria golpea Marsella, la ocupación del restaurante de comida rápida pasa de esporádica a permanente. Los medios de producción son requisados por los trabajadores en beneficio del barrio y con su total apoyo. Pronto, los estragos de la crisis desatada por el cierre de comercios y el confinamiento, será la gota que colme el vaso.

El McDonald’s de Saint-Barthélemy, desprovisto de autorizaciones o licencias, en plena tormeta de la crisis sanitaria, bulle de actividad entregando entre 35 y 70 000 bolssas de ayuda alimentaria por semana. De toda la ciudad llegan donativos, camiones y números voluntarios que contribuyen con su esfuerzo y dedicación altruista. De la crisis y de años de lucha surge algo nuevo. Kamel, portavoz de la sociedad cooperativa constituida para dar cobertura al nuevo centro solidario, afirma:

“Nosotros no teorizamos sobre el mundo del futuro, nosotros simplemente lo creamos”.

De la lucha de oposición y resistencia, “L’Après M” emprende ahora el camino de su continuación a largo plazo. El objetivo ahora es agrupar todas las iniciativas sociales posibles: lucha feminista, educación infantil, reinserción de las personas que salen de prisión, desarrollo del empleo y gestión común de este instrumento –L’après M”-.

No queremos más “vancguardias”, afirma Faith, presidente de la asociación. “Las decidiosnes las toman la gente y no hay ni expertos ni inexpertos. Se trata de autogestión espontánea. No es necesario perder el tiempo en teorizar. En un contexto de urgencia y de carga de trabajo, surge una lucidez extraordinaria, una maduirez surgida de años de lucha y de una cultura del apoyo mutuo”.

“Nuestros elecciones del día a día, nuestra organización, no se hacen sobre la base de los sentimientos. Se hacen sobre la base de la razón. Todo se reflexiona a pesar de rodo, a través del sufrimiento y la estigmatización“.

La autogestión de la nutriso del contacto con los los chalecos amarillos y del trabajo intersindical. Pero se ha establecido sobre todo gracias a una conciencia clara de proyecto libertario. “No se puede caer en la auto-explitación, no se trata de vigilarnos sino de estar pendientes los unos de los otros no denunciamos, predicamos con el ejemplo”.

Proyectos que están por venir

En Saint-Barthélemy se siguen entregando hoy 10 000 paquetes de comida semanales. Hay en proyecto la construcción de varias hectáreas de zonas verdes en las proximidades donde llevar a cabo cultuivos, se están estudiando alojamientos para personas sin hogar, los jóvenes se forman en escritura creativa, en restauración…, se trata de un espacio donde convergen todas las luchas del barrio. El entusiasmo es contagioso. Se respira dignidad y coraje.

Si conseguimos vencer a McDonald’s, llegaremos a tumbar a Amazon y todos los demás.